Uno de los elementos más curiosos y fácilmente reconocibles de la casa, que llega a singularizarla, es la batipuerta que protege su acceso desde el exterior. Con ese nombre nos referimos a la media puerta que antecede y protege a la propia de la vivienda. De madera y con un remate superior variable en su diseño parece reunir diferentes funciones, referidas a este interesado, por los más mayores del lugar, en el trabajo de campo llevado a cabo a lo largo de los años.
Para unos defendía la casa de los rigores climáticos fundamentados en forma de las frecuentes nevadas que se acumulaban en calles y accesos. Para otros permitían el airear la vivienda sin temor a que entraran algunas ganaderías de las que merodeaban frecuentemente por las calles de la localidad.
Por último, para muchos, formaban parte del quehacer cotidiano de la casa, permitiendo que desde el interior de la misma, desde el portal, el matarife, pudiera asestar a las reses el golpe definitivo que pusiera fin a su vida e iniciara el proceso de la matanza. De hecho, en algunas de ellas podrá ver una curiosa anilla de hierro y algún gancho, del mismo material por el que se hacía pasar la cuerda que sujetaba a la res, para tirar desde su interior y acercarla hasta la batipuerta, facilitando así el trabajo del sacrificio sin temor a golpes, cornadas o dentelladas.