Además de las casas, las plazas y las calles que constituyen la fisonomía de la arquitectura popular, no faltan en los más diversos rincones las numerosas fuentes que otorgan personalidad a esta villa.
En Candelario, los ríos Cuerpo de Hombre, Chico y Barquillo hacen que el agua sea un elemento de vida y fertilidad. El visitante se irá encontrando con numerosas fuentes manando sus caños de continuo y en las que sus aguas fluyen limpias y transparentes desde el corazón de las montañas, confiriendo un rumor y un sonido característico a la villa.
Candelario tenía tres entradas (por el Camino Viejo, por los Puentes y por Navacarros) y en cada una de ellas se construyó una fuente romana (de pilón pequeño). Estas tres fuentes todavía existen y son la de las Ánimas, la de los Puentes y la de Lapachares.
Dentro del propio pueblo son numerosas las fuentes que salpican cada rincón; así tenemos, la de La Hormiga, la de la Carretera, la del Parque, la del Arrabal, la del Barranco, la de la Ánimas, la de la Corredera, y un largo etcétera hasta llegar a contabilizar once.
» Ay madre, no sé que tienen las fuentes de Candelario; el agua fría me besa y en su dulzura, me abraso «
Pero el atractivo de Candelario no está solo en el interior de su casco urbano, sino también en esos alrededores rebosantes de naturaleza.
La localidad, es ya de por sí un agraciado balcón natural, se mire por donde se mire, encontramos terreno agreste y accidentado, verdes pinares y apretados bosques de castaños entre los que sobresale algún risco de granito.
Y entre todo esto : manantiales, regatos y arroyos que unas veces se ven y otras solo se oyen. Agua, mucha agua que baja del deshielo y que con prisa busca el cauce no más tranquilo de su río por excelencia, el Cuerpo de Hombre. Río que nace aquí, en Hoya Moros, y tras recorrer su primer tramo en dirección norte, al llegar a Béjar, gira al oeste y sus aguas que parecían destinadas a la cuenca del Duero, acaban en las del Tajo tras pasar por el Alagón